sábado, mayo 20, 2006

Siempre de tu mano

¿No es verdad que cerraste los ojos antes de llegar a ver?
Llenaste cientos de hojas con palabras que ni tú entendías...
Era tal la tristeza que tus ojos no hablaban ya de ti
En una calle estrecha, en el portal más olvidado,
te sentaste, y te echaste a llorar...
Lágrimas negras que se confundían al caer con el asfalto
Y tu vida en el asfalto,
tu sonrisa hecha llanto...
Caricias gastadas por el negro de tus lágrimas...
Shhh...calla ahora y escucha su risa
No dejes que nada te impida ver el sol en sus ojos de niña
Sé que a veces te escondes en aquel portal y vuelves a llorar...
Escribe versos al viento, exígele respuestas a tus preguntas,
y en una brisa suave devolverá palabras a tus manos.
Siempre de tu mano...
El viento, tú y las palabras.

jueves, mayo 04, 2006

Caramelos de fresa

Ha perdido más de lo que ha ganado.
Verónica jugaba a entenderse,
pero ahora no entendía ni una sola palabra de su silencio...
Palabras huecas y algún que otro cruce de miradas...
los gestos sólo son para los que quieren escuchar.
Hablaba en serio cuando sus ojos pedían que te marcharas,
que te marcharas para siempre y la dejaras olvidada.
En aquel rincón, vuestro rincón.
Ahora sólo había fotos rotas y algunos envoltorios de caramelos de fresa.
Baja sus ojos al libro que lleva meses intentando leer...
Siempre la misma página. Siempre la diecisiete.
Ojalá ahora tuviera diecisiete,
se repetía llenando de lluvia las páginas gastadas.
Cierra sus ventanas azules con el negro de la noche.
Rutina, sólo quiere que te marches, ¡joder!
Velocidad, aire oxidado que roza su pelo.
Nunca le preocupó más su vida que la tuya,
pero ahora se siente frágil formando parte de tu sombra,
sabes que su mano no le dejaba ver el sol...
El sol de los domingos era diferente,
tampoco ella sabía si lo quería ver...
Le hacía daño, aunque no más que tu presencia en su cuarto,
no más que tus silencios condenados a muerte por reproches..
Le hacía daño, pero no más que tus caramelos de fresa en aquel rincón.
Ya no quiere palabras gastadas y recuerdos en un cajón,
sólo quiere no tener que encontrarte cerca...
Verónica ya no tenía diecisiete, y sólo jugaba a entenderse.